Some say we'll see Armageddon soon.
I certainly hope we will.
I sure could use a vacation from this”
- Tool, en la canción Ænema
Hace no mucho hablamos de cómo un hecho real es convertido en una fuerza mítica a través de la manipulación del lenguaje y los símbolos, labor muy favorable para los grupos en el poder socioeconómico. Al escuchar y leer las primeras reacciones que el artículo generó, y analizando diferentes fenómenos en los que aplica este principio, recordé un detalle fundamental que nos había compartido un profesor, comunicador de amplia carrera, cuando se le preguntó acerca de si los medios de comunicación masiva manipulan o no la mentalidad de las personas. Su respuesta fue tan simple como contundente: “Definitivamente, no hay medio de comunicación que controle lo que una persona piense; pero sin duda sí que controla aquello de lo que la gente habla”.
Así es. “Satura el entorno y vencerás”, parece la premisa. Porque, como ya habrán inferido, no sólo controlan lo que la gente habla, si no también en qué tono, con qué frecuencia, y a menudo en qué prioridad se va a colocar el tema. Pues bien, creo que esto aplica poderosamente en el más reciente fenómeno mediático, el tema del momento, la descarada e inmunda campaña de terror en contra de la gente común que cabalga rampante en el universo comunicativo de la humanidad: la gripe porcina.
Así es. Si le creemos a los medios al pie de la letra, hemos de asumir que alguno de los dioses, en su amplia pero jamás comprensible sabiduría vengativa, ha decidido hacer de los cerdos el instrumento del Juicio Final y de México el punto de partida para el Armagedón (por aquello de los calendarios precolombinos también de moda).
Poniéndonos serios, podemos ver que la trama repetida con más persistencia que La Pasión de Cristo es la siguiente: un virus altamente letal, en capacidad de provocar una pandemia globalizada que haría palidecer a la Peste Bubónica, ha pasado de los cerdos a los seres humanos y ahora ha adquirido la capacidad de transferirse de un humano a otro con alta eficiencia. El brote inicial ha sido en uno de los barrios bajos de Ciudad de México, a través de un encantador niño de cinco años a quien la enfermedad no mató, y se ha extendido a medio orbe a través de los turistas que tuvieron la desdicha de estar en tan populosa urbe durante el principio de la propagación de este mal. Ahora, cualquier síntoma de la gripe común –sí, esa nefasta influenza que nos acompaña desde el alba de los tiempos- es un posible indicador de que ese puerco virus ha penetrado en Usted, exponiéndole a una muerte horrible, amenazando el destino de su país y el bienestar de la humanidad.
Me gustaría decir que exagero, que al escribir el párrafo anterior con ese tono estoy siendo dramático. Pero no lo soy, y creo que mis lectores me apoyarán en ello. Ese tono es el que están usando en los noticieros, periódicos, páginas de Internet, y es justo ese en el que muchas personas hablan del tema en la calles. Hay miedo en el ambiente. La gente mira a quienes estornudan como si fueran leprosos limpiándose las llagas en un autobús. En los lugares de trabajo, las medidas de “prevención y control” están adquiriendo niveles realmente ridículos. Pronto, las mascarilla anti-gripe, tan antihigiénicas cuando se les piensa en rigor (mantener todos los gérmenes de mi boca cerquita de mi nariz no me suena muy limpio, por más que me lave los dientes y enjuague mi boca) pasarán a ser parte de las colecciones de moda para este otoño boreal.
Como lo hice con la crisis, me curo en salud aquí: apoyo la prevención de enfermedades, apoyo que se promueva una higiene más estricta en las calles y la vida cotidiana, que se vacune contra la gripe quien cree que lo ocupa, o un poco más de vitamina C en la dieta. Además, el riesgo real es considerable, pero sería una torpeza negarlo. (Para ver los posibles efectos de manera objetiva, leer aquí) Pero, ¿bajo esta sensación de amenaza inminente? ¿Siguiéndoles el juego de mentiras e inconsistencias en las que el gobierno de México y los medios masivos de medio planeta invierten tanto esfuerzo digno de mejores causas? No. No quiero librarme de una gripe si el precio a pagar es el tenerle miedo tan sólo a respirar libremente cerca de donde otros prójimos lo hacen, o si tengo que darle un tercio de mi salario a la farmacia local con tal de comprar a tiempo mi “kit para supervivencia de pandemias”. Eso atenta contra la dignidad con la que se enfrenta al día a día, esa pequeña cosa que nos hace humanos en este sistema inhumanizante.
Sin afán de ponernos metafísicos –la entrega anterior tuvo ya un tanto de eso-, les expongo acá unos cuantos de los hechos probados en relación con lo que se sabe de esta enfermedad-superestrella, y las inconsistencias entre éstos y el modo en que nos han sido vendidos por los grupos en el poder a través de sus fieles vasallos, los medios masivos. Estoy convencido de que hay una alianza entre éstos y las farmacéuticas (corporaciones de legendario humanismo y probada bondad, dirían tantos muertos innecesarios y activistas críticos con sonrisa irónica), orquestada por un objetivo aún más oscuro, detrás de esto. No es que crea en teorías de conspiración… ¿Quién lo necesita cuando éstas se hacen a tan plena luz?
Sé que la inteligencia del lector llegará a las conclusiones que sería redundante anotar:
- Se dice que el primer brote de la enfermedad fue en un centro urbano. Aunque no he estado en el Distrito Federal mexicano, sí tengo mis dudas de que esa ciudad sea un sitio particularmente lleno de criaderos de cerdo como para hacer coherente que el primer brote haya sido ahí. Cuando se dio el brote de gripe aviaria en China hace dos años (“¿S.A.R.S.? ¿Qué era eso?”), la cual fue una amenaza real mucho más alarmante pero bastante menos publicitada, se dejaba claro que para que un contagio de animales a humanos se diera, era necesario un contacto constante con las bestias y en condiciones bastante insalubres, ojalá con cierta deficiencia inmunológica en la persona, para que se diera un contagio. Insisto: para que ésta condiciones se reunieran, el D.F no suena como el mejor candidato.
- El gobierno de México informó de 176 muertos en lo más álgido del brote. Ahora, se ha desmentido debido a presiones internas o de observadores externos en la propia nación azteca, y la cifra se redujo a 101. Ahora bien, que se haya comprobado debidamente que la enfermedad fue causada por la cepa de influenza originada en los cerdos, el gobierno ha reconocido 20 o 21 (varía según la fuente). Pero, cuando El País de España (vean la nota abajo) entrevista al más destacado epidemiólogo de México, éste no tiene dudas en declarar que se ha exagerado incluso esa cifra. Los muertos probados debido a la cepa porcina han sido 7. Sí, SIETE. Así es: el planeta entero en pánico por menos de una decena de muertos cuyos casos no han terminado de ser analizados. Algo no cuadra…
- ¿Presiones internas? ¿Dudas de los observadores externos? ¿Por qué? Algo que ninguno de los mediocres y estupidizantes medios de comunicación con poder en este país han dicho, es que la mayor parte de las muertes “no confirmadas” de haber sido causadas por la cepa porcina, fallecieron debido a condiciones previas que afectaban su sistema respiratorio, neumonías, principalmente. Este dato ha sido confirmado por distintas fuentes. Además, el hecho de que sólo una persona, de todos los supuestos infectados, haya muerto fuera de las fronteras mexicanas, es indicador de que la capacidad letal del virus no es tanta –por ahora- si actúa solo.
- Análisis básico: una gripe, del tipo que sea, toma de una semana a diez días en incubarse debidamente. Dado que el D.F. en una ciudad con casi veinte millones de habitantes, considerables condiciones de hacinamiento, contaminación y actividad, las posibilidades de difusión del virus entre humanos crecen de modo exponencial con cada día que pase desde que la primera persona adquiera el virus letal hasta que este se manifieste en este sujeto. Si el virus fuera tan eficaz como lo pintan, la gente en todo México debería estar cayendo muerta como moscas en este momento. Pero no es así. Un centenar entre tantos millones.
- La gripe es una de la enfermedades curables que más muertes causa todos los años. TODOS. La Organización Mundial de la Salud calcula que cada año mueren entre medio millón y un millón de personas por la gripe, aunque usualmente va ligadas a otras infecciones cuando provoca mortalidad. Casi todas por causa de carencia de tratamiento oportuno, ya fuera por razones geográficas o de pobreza. Pero la desigualdad social que mató a esos millares, que ha matado otros tantos año tras año, la misma que puede ser la verdadera asesina del centenar “no confirmado” en México, no es motivo de escándalo o terror. ¿Por qué habría de serlo cuando se tiene un enemigo invisible al cual temer?
- Las cortinas de humo siempre son útiles. Por causa de la gripe porcina, ¿de qué tema no se está hablando ahora? Exacto: de la crisis económica, ni más ni menos. Que se sepa, ni el FMI ni el Banco Mundial ni ninguna entidad financiera ha dejado de trabajar o de establecer políticas. Pero, oh casualidad, parece que los mismos dioses que han desatado su ira a través de la pandemia han querido librar a los poderosos de cuestionamientos o escrutinio público y mediático, aunque sea por un tiempo. ¿Quién cuestiona el futuro de la economía cuando está aterrorizado ante la muerte?
- Por último, un asunto de vocabulario y semántica. La amenaza, en principio era llamada, no sin cierta imprecisión implícita, “gripe porcina”. En España, por ejemplo, dicha denominación persiste. Pero, he aquí que a dos semanas de iniciado el pánico, ahora en los medios de Costa Rica (me encantaría saber si en otras regiones de América Latina) su nombre ha ido cambiando, al punto que el Canal 7 y Repretel se refieren a la enfermedad simplemente como “influenza”. Eso sí que es manipulación del lenguaje. El espectador descuidado debe entender esto: “no es ya a la gripe porcina a la que hay que temer, si no a cualquier gripe. Enferme de influenza común y tema por su vida”. Este año como nunca, pese a que todos los anteriores no hubiera un buen motivo.
Eso por ahora. Tengo la completa certeza de que más inconsistencias – o la profundidad de las que ya están a la vista- se irán revelando para el ojo avizor en las próximas fechas, mientras que con refinada eficiencia serán borradas de la atención colectiva, tan breve y manipulable. Lo peor para mí es que el despliegue de poder y descaro exhibidos en esta situación por parte de Gobiernos, medios de comunicación y empresas farmacéuticas, demostrando sin espacio para la menor duda que se pueden sacar una pandemia de la manga cada vez que les convenga. Silencio para las voces críticas, millones y poder para ellos.
Mi invitación es a que muestren los hechos a quienes tengan cerca. A que estén atentos ustedes mismos. Detener la cadena de miedos. No les creamos a quienes viven de mentirnos, no nos dejemos robar la dignidad e inteligencia de nuestro día a día. Seamos libres al menos para elegir nuestros propios temores, ojalá unos que valgan la pena.
Esteban Alonso R.
Posdata: Lean, por favor, este artículo publicado en El País de España el pasado martes. Se entrevista a un destacado científico mexicano que no tiene reparos en declarar su desconfianza del modo en que el gobierno de su país ha malinformado y manejado la situación.
Por otra parte, para conocer la peor pandemia registrada, la llamada “gripe española”, pueden leer aquí.